El amor ni envejece ni muere

Mi mamá ha sido una mujer muy fuerte y muy sana. Aun con muchas limitaciones económicas y sociales ha cuidado de sí, de hijos y nietos durante muchos años. Sus enfermedades se han venido acumulando ya en la vejez. Todos los días erogamos cantidades de dinero porque cada vez requieren más tratamientos y medicamentos. A esto se ha sumado la necesidad de ser atendida por personal especializado para que la mueva con frecuencia lo que evitará que acumule enfermedades o lesiones en su cuerpo. Recientemente tuvo dos caídas. En la primera de ellas sufrió una fractura incompleta y no desplazada de la cadera. Aun a su edad, con los cuidados necesarios y su fortaleza, su hueso pegó. En la segunda caída, se fracturó el fémur derecho. Requirió una cirugía para introducir una placa en la lesión. Toda decisión que se toma a la edad de mi mamá implica un riesgo. Nuestro temor fue mayúsculo cuando nos dijeron que requeriría anestesia general ¿La soportará? Pensamos. Nuevamente salió airosa de su situación. Sin embargo, ha habido algunas complicaciones relacionadas con sus enfermedades previas: Parkinson y EPOC. Aunque no hemos dejado de atenderla, cada vez nos resulta más difícil que tenga atención propia a su edad; es decir, especializada. La atención pública ya no es una opción para ella por dos razones: 1. El hospital que le corresponde por domicilio actualmente es hospital de atención a COVID 19. 2. Por experiencias con otros familiares, a las personas de su edad, 90 años, ya no destinan prótesis que les permita mantener cierto grado de movilidad. Aunque no lo dicen, dejan los tratamientos y prótesis para personas más jóvenes, Como es sabido, los servicios médicos privados son muy caros en nuestro país. Hace dos semanas que la operaron, aun cuando se trató en un hospital pequeño de la localidad en la que radica, Tula, Hidalgo, erogamos casi 100,000 pesos, 60,000 de hospitalización de dos días y cirugía, 10, 000 pesos por dos bolsas de sangre que le transfundieron y 10,000 pesos de medicamentos, traslados y otros gastos. Esta reciente intervención tuvo consecuencias, le disminuyó su frecuencia cardiaca y oxigenación. Tuvimos que trasladarla a un hospital de la Ciudad de México para una revisión más especializada. Después de dos estudios de sangre, una tomografía y dos estudios de rayos X se diagnosticó con agua en los pulmones, anemia y una falla ventricular derecha en el corazón. Requirió quedar internada un día en el hospital y una nueva transfusión sanguínea. De esta última atención hemos erogado 60,000 pesos aproximadamente. Debemos mantenerla en adecuada atención médica, equipo adecuado y atención para su movilidad en casa. La semana entrante entrante, ingresará nuevamente al hospital para nuevos rayos X, tomografía, estudios de laboratorio y otra transfusión de sangre. Para este ingreso, considerando que sea de un solo día, el hospital solicita dejar un anticipo de 70,000 pesos. Lo que podamos recaudar se utilizará en esta situación. Hemos agotado los recursos inmediatos para mantener una atención como una persona de su edad la merece. Es necesario seguir luchando por nuestros ancianos para que, por lo menos, la lección de vida para la familia sea de lucha, soporte para los más dependientes, cualquiera que sea su edad y condición, de llevar por delante su dignidad como persona. NO ES UNA PERSONA DESAHUCIADA. ES ALGUIEN CON VIDA. Por cierto, cuando alguien le pregunta ¿Cómo está Doña Lidia? Ella todavía responde QUINCEAÑERA ¿Cómo no seguir luchando si en su vida ha resistido una cirugía de ambos ojos, una de várices, una en cada rodilla, una de vejiga y una de matriz? ¿Quién es capaz de decir luchas hasta aquí y en adelante ya no, te quedas cruzado de brazos? Simplemente se trata de una lección de vida, de decir, POR EL AMOR SE LUCHA HASTA EL FINAL. Entre más pronto sea atendida su salud, la posibilidad de recuperación es mayor. Agradeceremos infinitamente su acompañamiento en esta tarea de dignificar la salud y atención de quien ha hecho todo por su familia y, por consiguiente, por la sociedad. Infinitamente ¡GRACIAS! por la dignificación de la atención en la vejez.

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